VII GR MIKELDI GARAI -OROMIÑO

24-02-2023

Con la “credencial Mikeldi”, a punto de superar su ecuador, nos sumergimos en el laberinto de senderos rurales, entramados en la Naturaleza, sin requerimiento de ingeniero de caminos. A las 8.30 de la mañana, cuando los primeros rayos de sol, en Karakate, reflectan sobre las nieves de Oiz, iniciamos el trayecto Garai – Oromiño.

Por la calle adyacente a Herriko Jatetxea, llegamos al sendero que nos introduce en la “red de redes medievales”: 4ª etapa GR 229. Con un solo click constatamos nuestra presencia (56 senderistas) en el lugar y, ahora sí, ascendemos por una calzada sombría, inducida por el majestuoso hayedo que, con sus caprichosas formas, perfila el imaginario de cuentos y leyendas. Más arriba, junto al pinar, algún que otro roble identifica su mayoría de edad en la rugosidad de sus troncos blanquecinos.

Desde el entorno boscoso, salimos al claro del camino; en nuestro deambular, pies y cabeza sincronizan,(ventajas de la bipedestación) para contemplar, por el lado izquierdo, las hermosas vistas de la Crestería del Mugarra, en azul, blanco y plata. Por la derecha, los riachuelos, solapados en la espesura, viajan desde la cima del Oiz, conformando, con la pradera de Heidi, un buen pasto para el ganado. Desde aquí, seguimos un breve tramo de camino asfaltado, obviamos el parque recreativo que le sigue, para llegar, poco después, a los vestigios de la antigua calzada del Portal deMauma (Ref. punto neurálgico de una antigua ruta que unía la Rioja Alavesa con la costa de Bizkaia, en eltrasiegodel vino y del pescado en salazón, respectivamente.) Desde este recóndito entorno, rodeado de piedras y maleza, propicio para la fabulación, continuamos por un sendero de pinos, fácil de transitar. Poco después atravesamos un tramo de carretera, junto al centro de hípica, y seguimos por un camino de monte con plantaciones de especies “autóctonas” y de eucaliptus. Más abajo, por un camino al borde del río, llegamos al espléndido barrio de Oromiño y, como no podía ser de otro modo, por el río, cruzando el puente, salimos de él.

 En una mañana de senderos, trochas, pistas, pinares, hayedos, puentes burdibides y errekazulos,cuyo fin no ha sido otro que el ocio y el disfrute; imaginemos, sin bucolismos, los pasos de nuestros antecesores, por estos pagos, como medio, para el trasiego de animales y mercancías, con un saco al hombro, “buscándose la vida”, o con traje si iban de boda o funeral.

¡Hasta la próxima! 

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